21.10.13

COLLAGE Y ARQUITECTURA

Santiago de Molina

Collage con obras de Mies, Gropius y Meyer de 1924. Imagen Continental foto, Reuter y Schulte, Mies and modern living, Alemania, Hatje Cantz, 2008, p.229
No es sencillo explicar el arte contemporáneo sin hablar del collage. Y no obstante ese concepto apenas se ha empleado para definir un proceso cercano a la arquitectura.

El collage como hoy lo entendemos, es un invento de Picasso de principios del año 1912. Aborda una serie de construcciones por medio de materiales frágiles e insólitos: alambres, cartón, chapa, papel, arena, cuerdas, trozos de madera, estaño, clavos, e incluso envolturas de paquetes de tabaco... A partir de aquel momento, la proliferación de esta técnica se hizo extensiva a todos los ámbitos creativos. El arte comenzó a desfigurar sus límites y se convirtieron en nebulosos los contornos disciplinares. Con el collage, ¿Qué era pintura y qué escultura?.

El collage trabajaba con un material totalmente novedoso: trastos, sobras, basura, es decir, todo lo desechado. Incluso exigía a un autor con nuevas características y con una predisposición diferente ante la obra. El bricoleur, que será el autor de estas faenas para Levi-Strauss, ya no pinta, es decir, no recurre al pigmento oleoso sobre una superficie, sino que emplea el pegamento para mantener unidos sus “cuadros”. De modo que la mentalidad del artista se ve obligada a experimentar con formas de trabajo que sitúan en otro nivel el hecho creativo.

Ahora bien, si Picasso es el inventor del collage moderno tal vez sea Kurt Schwitters quien mejor permite distinguir el verdadero salto del collage a la arquitectura contemporánea. El gran invento de Schwitters es el Merz. Su proyecto más importante y ambicioso fue el Merzbau. En el estudio de su casa de Hannover, desde una columna hecha de fragmentos estableció un collage en expansión constante. A partir de la diseminación, esta obra fue creciendo fuera del estudio llegando a invadir otras habitaciones de la casa. Un collage que llegó a ser completamente atípico ya que cada inclusión de nuevos elementos requería la reorganización de los demás, y hacía de éste un mecanismo maquinal, vivo, perpetuamente incompleto. Un verdadero flujo de objetos itinerantes, que elevaba a la naturaleza de ley una necesidad interna. El Merzbau participaba de una dinámica ambigua entre la escultura y la arquitectura especialmente interesante.

La obra de Schwitters nos permite distinguir dos etapas claramente diferenciadas en el collage, que pueden ser llamadas de colecionismo y de reciclaje. El instante coleccionista, encuentra paradigmático el ready made de Marcel Duchamp. “El ready made,(...) es el caso límite –por elemental de la máquina. Es la máquina de pieza única, el collage de si mismo”.
La reordenación de los objetos coleccionados culmina en el reciclaje. Como tocados por un espíritu benigno, un aire nuevo les es dado y pasan, de ser objetos puestos fuera de uso, desperdicios, a gozar de una nueva y maravillosa existencia.

De la tensión entre una colección, siempre incompleta, y la reutilización de sus objetos, brota toda la arquitectura collage. Desde este enfoque es posible entender tanto lo que significa el espíritu de la posmodernidad con su juego de citas y referencias, como los trabajos de Rem Koolhaas, Lubetkin, Aalto o Le Corbusier.

Una vez puesto el foco en un modo de hacer que trabaja en el mundo de la pos-producción de objetos y formas antes que en la fabricación ansiosa de novedades, es difícil dejar de lado una estrategia como la del collage.

Estrategia impura por antonomasia, pero terriblemente optimista. Tal vez la única manera que queda a un mundo anciano para decir algo nuevo.

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